Hoy 26 de junio debemos hacer una profunda reflexión sobre una de las grandes plagas sociales que azota la humanidad. Se trata de ocuparnos sobre la lucha contra el tráfico ilícito y el uso indebido de drogas.
La erradicación de la amapola en el sudeste asiático, especialmente en Vietnam, Camboya y Tailandia durante la época del 60 trajo consigo el decrecimiento del tráfico de heroína en el mercado norteamericano y que las grandes mafias pusieron su atención en la cocaína para sustituir la droga sobre la que se levantaba su imperio.
En pocos años la sagrada hoja de los Incas, se convierte en el alcaloide que hizo amasar millones de dólares a las cúpulas de narcotraficantes y que regiones integras se convierten en centros de abastecimiento del vicio a nivel planetario.
Perú, Colombia y Bolivia, forman parte del tristemente conocido triangulo que han corrompido ciudades y políticos y ha cambiado la vida de sus pobladores.
Como peruanos que somos nos apena tener referir que la “COCA” que curaba males en el Imperio Incaico, que mitigaba el dolor y la pena que daba fuerza, que disimulaba el hambre y la sed es hoy cultivada para que su producto tenga que degenerar su uso y dar a un estupefaciente que viene alcanzando asombro a la humanidad por su tráfico y poder que da su comercio. Su consumo que viene como flagelo, por el poder que emana del dinero, viene destruyendo a la juventud y niñez, cuyo poder de corrupción no conoce límites y fronteras, ni diferencias de clases sociales, menos gobernantes ni gobernados, diplomáticos y políticos se prestan para su comercio.